[Analisis] Soy antivacunas, antisistema y antifascista

texto de: Jesus Garcia Blanca

A la vista del pánico generalizado que muchos sienten ante la posibilidad de recibir ciertas etiquetas dejo constancia aquí que acepto, para empezar, estas tres: antivacunas, antisistema, antifascista; y voy a explicar brevemente, no solo por qué las acepto, sino por qué considero un imperativo ético asumirlas.

Soy antivacunas porque soy antisistema, y soy antisistema porque soy antifascista. Y podría añadir que si las cosas se llevan hasta las últimas consecuencias, no se me ocurre que se pueda ser a antisistema y antifascista sin ser antivacunas. Enseguida explico este aparente embrollo.

Desde mi punto de vista, el autor clave para aproximarse al fascismo es Wilhelm Reich. La esencia del fascismo es, desde una mirada reichiana, la obediencia ciega, la sumisión, el miedo a la libertad y a la vida. Así que resulta obvio que ser antifascista implica desobedecer, declararse insumiso al orden impuesto, abandonarse sin medida a la libertad y a la vida. Eso por un lado.

En mis años mozos, el Sistema, así con mayúsculas, era esa especie de maquinaria puesta en marcha nadie sabía cómo ni cuándo, y que una minoría percibíamos como la Autoridad Global que dominaba el mundo. En aquel entonces, llamábamos «sistemón», a los que representaban y obedecían esa maquinaria, y nos identificábamos con los músicos, cineastas y escritores que luchaban contra ella. Andando el tiempo la cosa se fue sofisticando y poco a poco fuimos leyendo análisis más complejos y añadiendo palabrejas para designar ese poder inefable: el «Estado y Capital» de Agustín García Calvo, el «Poder» en el sentido foucaultiano, el «Control» en la vuelta de tuerca de Gille Deleuze, o el «Imperio» en el ya clásico libro de Michael Hardt.

El Sistema puede considerarse pues como la personificación del fascismo, de modo que ser antifascista implica de todas todas ser antisistema. Así que los que nos oponemos a esa maquinaria de control, los que luchamos contra sus designios aquí o allá, los que en definitiva desobedecemos, podemos aceptar sin reticencia alguna la etiqueta de «antisistema». Yo al menos la acepto. Eso por otro lado.

EL DISPOSITIVO SANITARIO GLOBAL

Doy un paso más…

El Sistema tiene múltiples tentáculos. O podemos decirlo de otro modo, al estilo de Michel Foucault: el Sistema funciona a través de múltiples dispositivos en diferentes territorios. En origen es la misma entidad, el mismo Poder. Pero se diversifica y adapta a diferentes contextos y épocas desarrollando herramientas de dominación cada vez más perfectas y sutiles, acercándose así a la invisibilidad que garantiza impunidad absoluta.

¿Qué está ocurriendo —o mejor, que están los de Arriba haciendo que ocurra— en el terreno de la salud? Pues tras 28 años de investigación yo creo que ese terreno y las herramientas que en él se despliegan se han convertido en parte esencial del ejercicio del Poder. ¿Por qué? Bueno, no es el lugar para análisis sesudos y pormenorizados, pero hay una serie de factores que han influido de manera considerable, entre los que podemos apuntar, así entre nosotros:

—la fabricación, mediante mecanismos inconscientes implantados durante el ciclo parto-embarazo-crianza, de ciudadanos obedientes, piezas intercambiables de la maquinaria social integrada en el Sistema;

—la traición sistemática de las izquierdas institucionales a su llegada al poder ejecutivo en todas partes del planeta;

—el absoluto monopolio de la violencia y de la verdad que ejercen los mandos intermedios —como los llamaba James Petras independientemente de su color político;

—el papel de la pseudociencia dogmática y la corrupción estructural en todo el actuar sanitario; la consolidación desde los ochenta del Dispositivo Sanitario Global;

—y de remate, la incapacidad del movimiento anticapitalista, anarquista, antifascista… para tomar partido en relación con todo esto que apunto…

El fenómeno Corona/COVID ha puesto en claro que existen dos grupos claramente diferenciados de personas y colectivos críticos: los politizados que no se enfrentan al dispositivo sanitario, y los que sí lo hacen pero están despolitizados. En ambos grupos hay una enorme gama de niveles de cuestionamiento aunque ambos coinciden —en el mejor de los casos— en plantear la cuestión COVID como un asunto de denuncia de ilegalidades y reivindicación de libertades y derechos fundamentales, reduciendo así el asunto a una mera cuestión de forma.

El problema de fondo con las vacunas, con todas las vacunas —que puede perfectamente utilizarse como ejemplo paradigmático del resto de “productos” de la medicina moderna industrial— es que se basan en una concepción falsa de la enfermedad de la que se desprende una visión falsa de la salud, lo que significa que no tienen sentido biológico y que solo pueden producir daños: a corto o largo plazo, más o menos graves incluyendo muertes, reconocidos oficialmente o negados, manipulados y censurados.

Las vacunas —y todo el modelo médico hegemónico actual— se han impuesto por razones de Poder, están enraizadas con el despliegue de las terribles herramientas desarrolladas por el Dispositivo Sanitario Global sobre la base de una pseudociencia dogmática que viene causando la mayor catástrofe de salud conocida… y por esa razón no tengo inconveniente en declararme antivacunas.

Es más, puesto que el Sistema es intrínsecamente perverso por su base fascista al servicio de los de Arriba, y puesto que las vacunas y el resto del arsenal sanitario se inscriben en un dispositivo global capitalista, autoritario, insolidario, pseudocientífico y corrupto, asumir estas tres etiquetas es un imperativo ético dentro de la más pura concepción kantiana.

Espero que esta breve reflexión contribuya a abrir un debate en los movimientos antisistema y antifascistas que contribuya a impulsar la acción de quienes tienen conciencia política en el sentido de cuestionar la temible herramienta de poder que constituye en estos momentos la dictadura sanitaria, y denunciar y combatir sus crímenes.

Salud.

PARA PROFUNDIZAR

Reich, Wilhelm. Psicología de masas del fascismo. México, Roca, 1973.

García Calvo, Agustín. Contra la paz, contra la democracia. Madrid, Orates, 1973.

Foucault, Michel. El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica. Madrid, Siglo XXI, 1999.

García Blanca, Jesús. El rapto de Higea. Mecanismos de poder en el terreno de la salud y la enfermedad. Barcelona, Virus Editorial, 2010.

Un agradecimiento especial para Valeria Anónyma en la Red por su constancia zamarreándome sin descanso para que no olvide de dónde vengo, dónde estoy y cual es mi obligación moral y política en esta lucha