CLODO (…de cuando las cerillas eran el botón de «off»)
Fuente: Briega
Fanzine y reseña del documental sobre CLODO (Comité por la Liquidación O la Destrucción de los ordenadores)
Un documental profundiza en el misterio que rodea a un grupo de activistas anónimos que llevaron a cabo una serie de ataques incendiarios en Toulouse en los años 80.
En los años 80, la ciudad francesa de Toulouse acogió a una serie de empresas que utilizaban ordenadores para promover los objetivos del complejo policial y militar-industrial de Francia. Estas empresas, como Sperry Univac –una importante compañía estadounidense de equipos y electrónica–,fueron de las primeras en crear sistemas de vigilancia digital y fabricaron productos que facilitarían la guerra al Estado al mejorar la precisión de los misiles.
Además de albergar estas empresas militares privadas, Toulouse también era cobijo de un entorno de radicales, entre los que se encontraban los antifascistas españoles que huían de Franco; los guerrilleros de Action Directe; y una nueva izquierda forjada en las réplicas de mayo de 1968, cuando los estudiantes y los trabajadores protagonizaron una serie de huelgas que rechazaban la autoridad del partido gaullista que gobernaba y el marxismo ortodoxo del Partido Comunista Francés.
En este contexto surgió un grupo activista llamado Comité por la Liquidación O la Destrucción de los Ordenadores (CLODO), que llevó a cabo varios ataques incendiarios contra ordenadores de empresas de tecnología militar de Toulouse durante los años 80. No se sabe mucho de CLODO. Desapareció por completo tras cometer unos seis atentados exitosos y otros dos fallidos contra empresas tecnológicas, dejando unos satíricos comunicados como única prueba de su existencia.
Una introducción a la traducción de uno de sus comunicados sugiere que el grupo puede haber surgido de una coalición de toda la ciudad para impedir la construcción de la planta nuclear de Golfech en el río local Garonne. En 1981, cuando este movimiento llegó a un punto muerto, algunos participantes recurrieron a una campaña intensiva de sabotaje. CLODO, que decían ser trabajadores del sector informático, pudo haber tomado este impulso de sabotaje y haberlo aplicado a los ordenadores, que a su parecer eran « la herramienta preferida de los dominantes. Se utilizan para explotar, fichar, controlar y reprimir ».
Mientras que otros grupos de radicales de izquierda de la época, como las Brigadas Rojas o Action Directe, eran extremadamente serios, cometiendo asesinatos y escribiendo densos tratados antiimperialistas, CLODO operaba de forma más lúdica. Después de sus acciones (que nunca hicieron daño a nadie), dejaron grafitis humorísticos y documentos satíricos, como la « autoentrevista » que enviaron a la revista Terminal. En la entrevista, responden a sus propias preguntas con insultos mordaces, sugiriendo que sus compañeros informáticos « rara vez utilizan su materia gris », y provocaciones, como preguntar « ¿qué puede ser más ordinario que lanzar una cerilla sobre un paquete de cintas magnéticas? ». Incluso su nombre era una broma; CLODO en argot significa algo así como vagabundo.
Pero nunca quedó claro quiénes eran los bromistas. En un documental de 2022, Machines in Flames, los cineastas Thomas Dekeyser y Andrew Culp investigan a CLODO y el misterio que le rodea. Culp y Dekeyser utilizan técnicas poco convencionales –como por ejemplo permitir que parte de la narración se desarrolle en la pantalla de un Macbook– que se mantienen fieles al espíritu anárquico del grupo.
Dekeyser se topó por primera vez con CLODO en un viejo libro de texto de ingeniería informática y empezó a investigar sobre ellos. Pronto se dio cuenta de que había muy poca información más allá de los comunicados autopublicados y las menciones en la prensa de ataques a las empresas Phillips Data Systems, CII Honeywell Bull y Sperry Univac.
« [Culp y yo] nos sentimos inmediatamente atraídos por este grupo », dice Dekeyser, « no sólo porque hubiera tan poca información (aunque eso aumentaba el misterio sobre ellos), sino también por la forma en que destacaban respecto a otros grupos de los años 70 y principios de los 80; su carácter lúdico, el hecho de que nunca fueran capturados y que ellos mismos afirmaran ser trabajadores informáticos. Todos estos pequeños elementos se sumaron hasta convertirse en una especie de obsesión ».
CLODO no eran primitivistas como Unabomber o el grupo contemporáneo ITS de México, que quieren volver a un estado preindustrial de la sociedad. Según Dekeyser, CLODO no estaba en contra de toda la tecnología, sino que atacaba a los ordenadores porque veía « la computación, especialmente en manos de los militares o de la policía, como una forma de reducir el azar y anular la posibilidad de la revolución ». Tampoco eran luditas porque « no les preocupaban las condiciones de trabajo ».
Un día después de que el presidente Reagan ordenara la invasión de la nación caribeña de Granada, CLODO atacó las oficinas de Sperry Univac en Toulouse, incendiando sus ordenadores y escribiendo en la pared « Reagan ataca Granada, Sperry es una multinacional cómplice ». Según Dekeyser, esto demuestra que CLODO mantenía una conexión con el entorno de ultraizquierda del que surgió. « El ataque a Sperry sitúa a la CLODO en un largo recorrido de lucha antiimperialista en la Europa continental de la época, que consideraba como uno de sus objetivos centrales encontrar las debilidades estructurales del capitalismo imperialista global », afirma.
El ataque a Sperry fue una venganza por lo de Granada. « Cuando las corporaciones inician estas formas de violencia siempre va a haber una respuesta », dice Dekeyser. « CLODO sólo estaba cerrando el circuito de la violencia. En la lógica del antiimperialismo, Sperry Univac se lo había buscado ».
Aunque estas acciones suscitaron una amplia atención, « CLODO cubrió sus huellas », añade Dekeyser. « Escribían muy orgullosos de su propio anonimato y de cómo sabían más del Estado que el Estado de ellos ». Dice que muy pronto, él y Culp empezaron a darse cuenta de que, al recopilar toda esta nueva información sobre CLODO, estaban reproduciendo en parte lo que probablemente hizo la policía para localizar al grupo. Pero en lugar de intentar desenmascararlos, el proyecto se mantiene fiel a la lógica de CLODO. Los realizadores están diseñando memorias USB que contienen la película y que inutilizan temporalmente los ordenadores a los que se connecten. Pretenden distribuirlas en los campus corporativos de empresas tecnológicas y proyectar la película en los laterales de sus edificios.
Aunque es relativamente desconocido y sólo estuvo activo tres años, CLODO ha tenido una extraña vida posterior. Dekeyser pone el ejemplo de un grupo juzgado a principios de la década de 2000 por atacar las líneas eléctricas de los trenes de alta velocidad en una acción que recordaba a CLODO y que probablemente se inspiró en él. Aunque no se declaró a nadie culpable, se cree que detrás estaba la gente del Comité Invisible, una célula de ‘ultraizquierda’ cuyo manifiesto incluía un pasaje sobre el ataque a las líneas eléctricas del TAV de cara a reducir la velocidad a la que funciona la sociedad y evitar que la gente se vea obligada a ir a trabajar.
La película también insinúa la posibilidad de un CLODO moderno. En 2017, un « fablab » –un laboratorio que fabrica productos combinando el diseño asistido por ordenador y la impresión 3D– fue incendiado en Grenoble por un grupo anónimo de ultraizquierda descrito por la policía como « anarco libertarios ». En su comunicado [1], el grupo describió Case-Mate y los propietarios del laboratorio, como « una institución notoriamente dañina » por la forma en que utilizaban los ordenadores para interactuar con procesos que hasta ahora habían permanecido offline, como la construcción y el diseño. También escribieron que la sociedad estaba cayendo presa de un « totalitarismo tecnológico ». Puede que CLODO desaparecieseen los años 80, pero su espíritu –luchar contra una sociedad dominada por las tecnologías en red con el fuego como arma– sigue vivo.
Dekeyser afirma que es posible que CLODO tuviera entre 20 y 30 años cuando cometió sus atentados, por lo que es probable que sus miembros sigan estando presentes para presenciar la actual era de saturación tecnológica. « Estoy bastante seguro de que no están contentos con cómo están las cosas », dice. « Pero también habrían sabido desde el principio que es aquí donde acabaríamos ».
Enlaces de interés :
Fanzine [ES]: ¿Has oído hablar de CLODO?
Fanzine [EN]: Memory Loss. Collected communique from CLODO
Web del documental « Machines in Flames » https://machinesinflames.com/0
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Nota
[1] Comunicado del ataque a Casemate, 2017.
Grenoble, ¿Tecnópolis pacificada?
La noche del 21 de noviembre hemos entrado en Casermate de Grenoble (más fácil de lo previsto ya que la puerta estaba abierta (idiotas!)). Lo hemos destrozado (cualquiera que haya lanzado un ordenador por la ventana sabe de lo que hablamos) y después le hemos dado fuego alegremente. Mientras el telegénico responsable de este fablab aparece patéticamente en los medios, nosotros publicamos este comunicado, eco indisociable de nuestro gesto incendiario contra esta institución notoriamentedañina por su difusión de la cultura digital.
En los años 70, muchos revolucionarios invirtieron en Internet cuando la informatización de nuestras vidas estaba aún en sus comienzos. Se hablaba frenéticamente de la horizontalidad, del maravilloso potencial de información y de intercambio de esta, e incluso, para los más despistados, de emancipación gracias a los ordenadores conectados. La apropiación popular de esta tecnología emergente socavaría, según se afirmaba, todos los intentos coercitivos de los gobiernos o las empresas mercantiles. En el transcurso de medio siglo esta ingenua utopía se transformó, pasando de ser una profecía marginal a una ideología popular. Desde dirigentes del Estado hasta intelectuales de izquierda, pasando por ciberempresarios y asociaciones ecologistas, todos fascinados ante la revolución digital. El hacker se ha convertido en el nuevo icono subversivo, y las redes sociales, el código abierto, el trabajo colaborativo, la transparencia, el libre acceso y la inmaterialidad inconmensurable son alabados por doquier.
Pero la superación de la era industrial ha resultado ser una gran mentira: Miles de kilómetros de cables bajo la tierra y el mar, centros de datos en todos los rincones del hemisferio, toda un regimiento de centrales nucleares para mantener la economía, productos sofisticados con obsolescencia acelerada, pantallas en todos los lugares, nocividad incluso en lo más íntimo de nuestra vida cotidiana; todo se basa en la industria hipertrofiada, la destrucción de los últimos entornos no urbanizados y la explotación y eliminación brutal o difusa de los individuos humano o no.
El señuelo digital sigue surtiendo efecto. Sin embargo, el inimitable Norbert Wiener ya teorizó en 1954 la cibernética como el arte de gobernar mediante máquinas. Sin embargo, fue la mayor potencia militar del mundo la que desarrolló los primeros ordenadores y los conectó en red con el único fin de ganar la guerra de forma efectiva. Sin embargo, son Google, Amazon, Facebook, Apple, los que programan la web y se enriquecen con ella. Sin embargo, son los Estados los que regulan y vigilan el espacio digital. Sin duda, el beneficio y el control presiden esta fantasiosa inmaterialidad. La sociedad acaba reduciéndose a un totalitarismo tecnológico finamente modelado, una versión cada vez más autoritaria de nuestras vidas. ¿Qué hacen los revolucionarios? Co-gestionan su propia alienación, crean monedas digitales e instalan wifis hasta en las casas ocupadas.
Cuando todo contribuye, en la realidad vivida, a negar la ideología, los ideólogos redoblan su inventiva. La comunicación y las imágenes deben disfrazar el mundo para salvaguardar el reinado de lo falso.
« Ville Internet » [concurso a la mejor cobertura internet como servicio público – ndt] ahora se une a « Vile Fleurie » [concurso al mejor espacio verde – ndt], todos los últimos cacharros tecnológicos son « smart », los burócratas del sistema educativo nacional reparten carpetas digitales a los niños. Se están introduciendo nuevas y entretenidas interfaces digitales en todas partes. Las administraciones municipales atiende a start-ups ávidas de dinero y a las masas de frikis abriendo fatlabs en los barrios de moda. Todos estos dispositivos, en apariencia totalmente heterogéneos, pretenden acelerar la aceptación social y el uso de las tecnologías de nuestra siniestra época.
Y nos importa un carajo si estos fablabs son producto de la imaginación de un admirado hacker -no es el caso- o si forman parte de fructíferas colaboraciones científicas en uno de los templos de la tecnocracia, el MIT (Massassuchets Institute of Technologies) –sí es el caso– ; precisamente porque representan una nocividad hemos venido a destruir uno. Pero no se trata de criticar tal o cual aspecto del infierno tecnológico, de deplorar el progreso de la omnisciencia del Estado, la eficacia del orden del mercado o nuestra creciente domesticación por la máquina. Si luchamos contra el proyecto cibernético que acepta nuestra sumisión, estamos atacando la totalidad de este mundo abyecto.
Llegamos un poco tarde para la fecha del 16 (juicio) pero enviamos nuestro apoyo a los compas en la operación Scrita Manent (especialmente a los que sufren la censura). También enviamos fuerza a los tres compas de Montreuil que se encuentran actualmente en prisión preventiva y al compañero en aislamiento.
Compas de Chile han lanzado una convocatoria para un noviembre negro. Aunque nos gusta la idea de una campaña internacional de apoyo a los anarquistas, no estamos de acuerdo con la idea de « la exigencia de liberar a los presos ». Aunque compartamos la idea de apoyar a los presos rebeldes con ataques, nos negamos a entrar en una lógica de diálogo con el Estado (o con cualquier poder).
Esta noche hemos quemado Casemate, mañana será otra cosa y nuestras vidas serán demasiado breves, en la cárcel o al aire libre, como para que se consuma todo lo que odiamos.