La pandemia es la obediencia: recuperemos la calle. Pequeña intervención en las calles de vallekas+panfleto

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  • LA PANDEMIA ES LA OBEDIENCIA: RECUPEREMOS LA CALLE

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    El pasado sábado 6 de junio, una treintena de compañeros y compañeras recorrieron varias calles de vallekas con varias pancartas y el panfleto que adjuntamos más abajo. Finalmente, se leyeron los panfletos en el parque Amós Acero y no hubo ningún incidente destacado con la numerosa policía que acabo desplazándose al lugar.

    Porque ahora que el Estado y el capitalismo repuntan sus procesos de explotación y dominación, no nos resignamos a quedarnos en casa o pedir permiso para tomar las calles. Porque la represión no frena la solidaridad y la lucha ni en Madrid, ni en cualquier punto del planeta, por más que le pese al Estado. La revuelta es imparable.

    Porque hay mil y un motivos para luchar, permanezcamo atentos a más convocatorias y reputemos la lucha contra este sistema y sus miserias.

    ¡La pandemia es la obediencia, recuperemos la calle!

    ¡Viva la anarquía!

    A continuación el panfleto:

     

    LA PANDEMIA ES LA OBEDIENCIA: RECUPEREMOS LA CALLE

    La crisis sanitaria surgida que vivimos ha puesto de patas arriba el
    mundo. En cuestión de semanas hemos visto como los límites de nuestras
    vidas, ya precarizadas de por sí, se han visto reducidos a los márgenes
    de acción más estrechos de nuestra historia más reciente.
    El bombardeo y el despliegue mediático que siguió en directo todas las
    noticias, primero de fuera, y luego dentro de nuestro país nos encogió
    el corazón. Nos llenó la cabeza con hospitales abarrotados, incapacidad
    para controlar la situación, ancianos y enfermos abandonados a su suerte
    en residencias y pasillos. Cada día más contagiados. Cada día más
    muertos.
    Con este panorama ponemos el horizonte fijado en recuperar esa
    normalidad que tanto ansiamos, han conseguido que echemos de menos
    nuestras antiguas condiciones de vida, obviando que esas condiciones ya
    eran lo suficientemente miserables como para detestar esa normalidad. Y
    nadie pone en cuestión los factores sistémicos que nos han traído aquí.
    Y es que las vidas que creíamos tener delante de nosotros ya nos la
    habían arrebatado hacía tiempo.
    Pero esta crisis ha puesto de relieve el entramado social, económico y
    político que permite perpetuar una explotación sobre las personas y el
    territorio sin límites. Una explotación que nos coloca sujetando los
    pilares de un sistema que nos aplasta. Una explotación que nos releva a
    ser meros consumidores en ciudades administradas y vigiladas por
    burocracia, tecnología y policía. Una explotación que suprime toda
    espontaneidad posible. Una explotación que regula, vigila, legisla,
    controla y sanciona cada acto humano que se salga de los márgenes de lo
    permitido.

    Y de nuevo los ricos: políticos, empresas, bancos, grandes propietarios,
    inmobiliarias; trabajan codo a codo para perpetuar este estado de las
    cosas.

    Mientras que nadie duda que a Irene Montero o a Santiago Abascal jamás
    les iba a faltar un respirador a causa del contagio, miles de personas
    han vivido la parte más cruda de esta crisis. Mientras que medidas como
    el teletrabajo han convertido nuestros hogares en una extensión de
    nuestra antigua dominación, otros tantos han puesto en riesgo su salud
    frente a la imposición de tener que acudir a sus puestos de trabajo.
    Mientras que las soluciones para los inquilinos frente a los pagos de
    unas rentas que no iban a poder pagar han sido el endeudamiento y el
    acoso, se han seguido desahuciando casas y desalojando espacios
    okupados. La lista de situaciones sangrantes y degradantes es
    interminable, y es que nunca antes había quedado tan claro que la vida
    para ellos significa la muerte para nosotros.

    ¿Pero cómo vamos a cuestionar la situación si vivimos la crisis
    sanitaria más importante que nadie recuerda? No pretendemos restarle
    importancia a la extensión del virus. No tenerlo en cuenta sería
    precisamente legitimar los riesgos a los que quedan expuestos los
    trabajadores que acuden cada día a sus centros de trabajo.
    Pero queremos transmitir que la crisis ya estaba. La crisis es el
    capitalismo, y hoy vemos como se recrudece y como se perpetúa con un
    ejercito de militares y policía en las calles velando por los intereses
    de los ricos. En España, con el auge de la precarización que esta crisis
    impondrá, se ha sancionado de media a 15000 personas por saltarse el
    confinamiento desde el comienzo del estado de alarma. Queremos pensar en
    como queremos a vivir a partir de hoy, y no en como podemos sobrevivir.
    Y para eso tenemos claro que el verdadero enemigo es el mismo de
    siempre.

    Es el poder electo, son las empresas que por la misma naturaleza del
    sistema capitalista no pueden hacer otra cosa más que explotar, es la
    policía que reprime, es el ejercito en las calles, son las cárceles que
    castigan y persiguen la pobreza que generan, son los bancos que acumulan
    beneficios manchados de la sangre de los que se quedan por el camino.

    Por eso planteamos una confrontación contra el estado de las cosas. Por
    eso estamos hoy en la calle. Porque los que saquean, golpean, humillan,
    torturan y asesinan, son ellos, condenándonos a la vida que nos obligan
    a vivir.
    Por eso legitimamos los saqueos a supermercados, las huelgas de
    alquileres, los espacios okupados, las revueltas en las prisiones, el
    fuego a los bancos, el ataque a inmobiliarias. Por eso combatimos el
    fascismo que pretende utilizar estos momentos para avanzar espacios y
    coger un trozo de pastel.
    Odiamos la normalidad y no echamos de menos nuestra vida de antes.
    Porque nuestra vida de antes ya era muerte.
    Odiamos tanto el mundo en el que vivimos como amor llevamos para
    construir uno nuevo.

    Y porque odiamos esta mierda, estamos en la calle para luchar contra
    ella, porque tenemos claro que es la única opción realista que nos
    queda.
    Porque la única opción posible es la anarquía.

    ¡ABAJO LOS MUROS DE TODAS LAS PRISIONES!

    En estos 3 meses el encierro ha estado y sigue estando en boca de todo
    el mundo. Las que estamos fuera hemos vivido situaciones angustiosas
    derivadas de este: la angustia de no poder ver a quien queremos, el
    miedo a la policía, el aburrimiento, la monotonía y las conversaciones
    tediosas de las que no podemos escapar, los días y las noches que se
    suceden así sin más…

    Teniendo en cuenta toda esta angustia derivada del encierro nos
    preguntamos ¿cómo puede servir la cárcel para la reinserción social?
    Esta es la primera mentira que hoy queremos desmontar: la cárcel es un
    instrumento de tortura y castigo por lo que no reinserta, destruye a las
    personas. La segunda mentira que nos encontramos es: ¿qué eso de la
    reinserción social? ¿No será quizás que es la sociedad la que no
    funciona, a la que hay que cambiar y no a las personas que en ella
    habitan?¿No será que vivimos en un sistema injusto y que la cárcel se
    utiliza para ocultar esta realidad?

    Para nosotras está claro, la cárcel sirve para encerrar a lxs pobres,
    acallar las voces de lxs desheredadxs y castigar la disidencia social y
    es por esto que un día como hoy, hemos venido para dar voz a lxs
    compañerxs presxs. A aquellxs para lxs que el encierro forma parte del
    cotidiano, para las que el silenciamiento y el aislamiento son parte de
    su día a día. Nosotras que hoy okupamos las calles, hemos venido para
    amplificar el grito de aquellxs que a pesar del encierro, el
    aislamiento, la tortura, la falta de asistencia médica, el miedo, el
    sometimiento y el castigo siguen luchando con su dignidad por delante.

    Hemos venido para recordarles, a ellxs y a todxs lxs que ya no están,
    para que sepan que la lucha sigue y que nos inspiran con sus actos a
    seguir día día. Y no sólo eso, también estamos aquí porque estamos
    hartas de que el capitalismo y su mejor amigo, el Estado, nos vendan la
    moto de la sociedad pacífica y bienestarista.

    No vamos a legitimar más esta patraña y codo a codo vamos a hacer frente
    a este monstruo inmenso que es la cárcel y que con nuestra fuerza se va
    a hacer chiquito.

    ¡abajo los muros y viva la anarquía!

    CONTRA LA DIGITALIZACIÓN DE NUESTRAS VIDAS

    El desarrollo de la ciencia cibernética a mediados del siglo pasado ha
    con-figurado el mundo en base a la lógica del sistema tecno científico y
    digita lizado cada aspecto de nuestra vida. Este proceso de
    virtualización se está
    acelerando como causa de la crisis sanitaria del Covid-19, supone la
    transformación del capitalismo industrial en el capitalismo digital.

    Una vez desposeídos de nuestra comunidad, de nuestros lazos el sistema
    digitaliza cada actividad de nuestra vida, no sólo para maximizar
    beneficios, para hacernos totalmente dependientes del mundo máquina
    donde cada uno de nuestros movimientos está mecanizado y mediado por la
    tecnología. Este aislamiento social que produce el mundo-máquina anula
    al individuo ya que configura sus experiencias, sus deseos, sus
    capacidades, etc. Su forma de ver y actuar en el mundo queda bajo la
    lógica capitalista. Las múltiples dimensiones de la realidad quedan
    reducidas al mundo virtual. La aceleración del tele trabajo, mediante la
    cual se reducen las posibilidades de resistencia de los trabajadores, de
    la escuela digital que significará un aumento de los problemas de
    cognitivos y relacionales en los niños, de la tele medicina dirigida por
    algoritmo.

    Todo ello significa la deshumanización de nuestras actividades y
    configura un mundo tecnototalitario. Igualmente la aceleración de la
    Inteligencia Artificial y el big data supone un aumento significativo
    del control social sobre nuestras vidas ya que nuestros movimientos
    (virtuales y reales) quedan vigilados y monitorizados, nuestro espacio
    se llenará de miles de cámaras, antenas, sensores, drones y demás
    artefactos que darán lugar a la sociedad de la vigilancia. La
    devastación ecológica necesaria para la digitalización del mundo dará
    lugar a grandes catástrofes (en realidad ya están ocurriendo), la
    extracción de materiales, la fabricación y distribución de los aparatos
    convierte el mundo en un vertedero químico; la cantidad de energía que
    se necesita para el mantenimiento de este sistema su pone un
    aceleramiento del cambio climático, en definitiva es una clara
    contribución a la devastación.
    Luchar por una libertad que no cabe en sus racionales cálculos supone
    negarnos al control tecnocientífico sobre nuestras vidas y oponernos a
    aquellos que quieren artificializar cada aspecto de nuestra vida.

    ¡¡Muerte al progreso y viva la anarquía!!