[Análisis] Control laboral y tecnología.
- Extraído de Negre i verd, traducido por Contra toda nocividad.
Las tecnologías de vigilancia infiltran partes, en los barrios, en las escuelas, en las tiendas, en los edificios oficiales, y de la misma manera que invaden el espacio vecinal, familiar, de ocio, también están invadiendo el espacio donde nos dejamos la vida, el espacio laboral, haciéndolo cada vez más inhóspito y agobiante.
El uso de la tecnología para controlar a los trabajadores es antiguo, seguramente viene ya de la implantación de los relojes, y ha continuado con otros instrumentos cada vez más sofisticados, los relojes mecánicos de fichar a los sistemas de acceso biométricos (huella dactilar, iris, palma de la mano …), las etiquetas RFID o los servicios médicos para «favorecer la salud de los trabajadores» (sobre todo controlar bajas) …
La patronal siempre ha deseado tener un panóptico laboral a su servicio, y de hecho lo consiguió casi siempre, pero ahora con la aplicación de la tecnología moderna puede tener este panóptico con pocos actores humanos, un panóptico inhumano, un panóptico sin empatía ni compasión , un panóptico insobornable … un mundo laboral infernal.
La videovigilancia fue la primera de las opciones que las empresas tuvieron para profundizar en el control laboral, pero, a pesar del carácter parapolical del Estatuto de los Trabajadores, en un comienzo tuvieron algunos tropiezos graves, llegaron una serie de sentencias de los tribunales sociales bastante favorables a los trabajadores videovigilados, como norma general se consideraba que había que advertir e informar del uso como control laboral de las cámaras para poder usarlas como prueba.
A partir de esta sentencia se generaliza la aceptación como prueba de grabaciones hechas por sistemas de videovigilancia, sin advertencia e incluso sin señalización. Llegándose a emplear cámaras camufladas, como el caso de 5 trabajadores de Mercadona despedidos por grabaciones con cámaras escondidas, no comunicadas ni señalizadas. Después de su condena a los tribunales españoles (juzgados de lo social, Tribunal Superior de Justicia de Cataluña …), el recurso presentado ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos en cambiado la situación (de hecho, anteriormente, en la sentencia del caso Barbulescu ya había hecho imprescindible la información a los trabajadores), a esta sentencia, la «Lopez Ribalta y otros», del 3 de enero de 2018 se declaran nulas las grabaciones con cámara escondida.
Ahora las asesorías legales de la patronal se lamen las heridas mientras se van desgranando una serie de rechazos a las pruebas de vídeo en los juicios de despidos. De todos modos, en blogs de abogados patronales, ahora parece que mantienen que las cámaras escondidas son legales si están activas poco tiempo (?).
La captación por vídeo lleva los triunfos de los control laboral, pero hay otras tecnologías que invaden el espacio íntimo y que no son percibidas como peligrosas, por ejemplo las grabaciones de sonido. Casi todas las cámaras instaladas recientemente pueden grabarlo y es una tecnología sencilla, invasiva y muy eficaz para el control laboral, ya que no sólo detecta hechos sino también opiniones y expresiones de sentimientos. Casi no hay sentencias al respecto (https://www.boe.es/boe/dias/2000/05/18/pdfs/T00041-00048.pdf), seguramente la información obtenida se usa para fines diferentes a los de despedir a trabajadores molestos, más por prácticas antisindicales encubiertas.
Hay otra línea de control laborable mes «amigable», se trata de sistemas informáticos con «inteligencia artificial» que, a través de la recolección de diferentes tipos de datos y «el aprendizaje profundo», mide la satisfacción , el clima laboral y el desarrollo de los empleados. Es el caso de humus, una empresa de EE.UU. liderada por Laszlo Bock, antiguo gestor de personal de Google, el software va enviando pequeños mensajes «alentadores» y personalizados a los trabajadores, con recomendaciones para mejorar su «satisfacción», la suya y la de sus «subordinados».