Según relata Ecologistas en Acción, desde la Unión Europea se está promoviendo el desarrollo de proyectos mineros y la legislación española es especialmente benévola con estos proyectos extractivos, puesto que la Ley de Minas, creada en el franquismo en un contexto de desarrollismo y de crisis energética que promovía la explotación de los recursos naturales, da grandes facilidades a las empresas mineras. Como denuncian en su artículo “Euroextractivismo, o cómo la Comisión Europea impulsa los proyectos mineros”, “la ley de Minas, es el mecanismo clave que permite que la propiedad privada sea expropiada y entregada a bajo precio a las empresas mineras. Es también un instrumento de especulación, al no prohibir transferir derechos mineros, con beneficios millonarios, ni la revalorización de las acciones de los compradores de esos derechos. También permite el cobro del seguro o la indemnización con fondos públicos por daños y perjuicios en caso de que se aborte el proyecto o la Administración deniegue los permisos necesarios; son dos formas de especulación que ya se están vislumbrando en otros países europeos”.
En el citado artículo nos hablan del plan estratégico “de innovación” denominado Estrategia Europa 2020, iniciado con la excusa de “impulsar el crecimiento económico”. El responsable de la supervisión del plan es el exministro español Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Acción por el Clima y la Energía, relacionado con diversas empresas petroleras. Una de las principales líneas de inversión de este programa es la Iniciativa Materias Primas, cuyo objetivo oficial es “asegurar el suministro en Europa de materias primas para las tecnologías verdes y de bienes electrónicos de consumo”.
La mina de litio de Valdeflores, Cáceres.
Es en este contexto en el que nos encontramos con el proyecto de la mina a cielo abierto de Valdeflores, a tan solo dos kilómetros del centro de Cáceres. En la Sierra de la Mosca, la empresa Tecnología Extremeña del Litio –una sociedad creada a propósito para el proyecto y participada en un 50% por la española Valoriza Minería SL (filial de Sacyr) y la australiana Plymouth Minerals- pretende la creación de una mina con 300 metros de profundidad y un kilómetro y medio de diámetro. Como todos los proyectos de minería a cielo abierto, los efectos sobre el medio ambiente pueden ser catastróficos, por lo que desde que tuvieron conocimiento del proyecto los/as habitantes de la zona crearon la Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres. Desde la Plataforma, según la información recogida en el artículo de Ecologistas “Una mina de litio a las puertas de Cáceres” denuncian que “La mina pondrá patas arriba el bosque conocido como la Montaña, un lugar conocido como el pequeño Monfragüe, un bosque mediterráneo que cuenta con gran variedad de flora y fauna”. Además, la mina también generará contaminación por filtraciones o derrames en los acuíferos. La separación de los minerales se lleva a cabo con productos muy tóxicos que podrían contaminar todo el entorno. Además la mina necesita millones de litros de agua, como reconoce la propia minera, y esto dejaría sin agua a la ciudad. Todo esto sumado al gasto de energía por el gran volumen y masa de los materiales que se mueve” y todo ello en un área calificada como Zona de Interés Regional y Zona de Especial Protección de Aves.
Además de los efectos sobre el medioambiente, la Plataforma destaca cómo afectará a la población, puesto que se encontraría frente al nuevo Hospital de Cáceres, a solo 300 metros de la Estación de Potabilización de Agua y a dos kilómetros del centro urbano, por lo que las sustancias tóxicas que se desprenden en la extracción y tratado del mineral llegarían por el aire a la ciudad. Todo ello, si todo funciona correctamente: no podemos imaginar el efecto que tendría un accidente como el de Aznalcóllar con la rotura de un dique o depósito que guardan los lodos y aguas contaminadas.
Como todo proyecto con contestación social, el mantra de la creación de empleo es repetido por la empresa para tratar de encontrar la aprobación de la población e instituciones. Según ésta, la explotación minera duraría 25 años y crearía unos doscientos puestos de trabajo directos y unos novecientos indirectos. Este caramelo, en una provincia con alta tasa de desempleo, no ha quebrado la oposición vecinal: como recoge el Salto en su artículo “Cáceres, de montaña a cráter por una mina de litio”, desde la Plataforma valoran que “en las minas que hay ahora mismo de estas características los trabajadores son entre 15 y 20. Los 106 puestos (de los que habla la empresa), sí, pero al inicio, para construir las balsas y contratar técnicos. En los 20 o 25 años de explotación, no. Funciona con maquinaria muy especializada y es probable que trajesen sus cuadrillas de trabajadores. Prima la explotación a cielo abierto especialmente porque es más barata, porque necesita menos mano de obra que la minería tradicional. “El 93% de las explotaciones mineras de España emplean a menos de 20 personas. En la mina Aguablanca de Monesterio (Badajoz) prometieron 400 empleos durante 15 años. A mitad del periodo despidieron a 16 de una plantilla de 25. Hoy quedan 9”.
En este momento, los trabajos de preparación de la mina se encuentran parados gracias a las denuncias de grupos ecologistas de la existencia de talas masivas, movimientos de tierras y creación de nuevos senderos en zonas de especial protección y la Fiscalía de Medio Ambiente ha abierto diligencias de investigación. Además de una fuerte campaña informativa (no se ve un rincón en la ciudad sin su cartel), la Plataforma realizó una manifestación a la que acudieron mil quinientas personas para exigir la paralización del proyecto y para el próximo 15 de abril han llamado a una nueva movilización con el lema ‘Salvemos la Montaña’ y ‘No a la mina’.
Un recordatorio: no existen coches ecológicos
En los anteriores artículos en los que habíamos abordado el tema de la minería, hablábamos principalmente de la extracción de oro, proyectos especialmente nocivos por su alta contaminación de la tierra y de fácil oposición por su nulo valor útil de uso. Aquí, en cambio, estamos ante una iniciativa que pretende extraer 1,3 millones de toneladas de carbonato de litio, el equivalente a las baterías de 300.000 vehículos eléctricos al año. En un momento en el que se nos venden los coches eléctricos como la panacea para una movilidad sostenible y limpia, conviene resaltar todo lo que hay detrás de esas apuestas por seguir con una producción descontrolada vestida de verde, para dejar claro que la lucha contra el cambio climático y la destrucción de la tierra no puede confiarse a nuevas soluciones tecnológicas, sino que pasa por la superación de un modelo económico basado en el consumo desigual y desmedido.